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Nació en Urbino a finales del siglo XV. Autor de vida efímera
ya que murió con 27 años, por lo que su obra se desarrolló
en el primer cuarto del s.XVI, en el Cinquecento. A pesar de su corta
vida nos ha dejado una fecunda producción ya que la mayoría
de sus obras están coparticipadas con un gran numero de discípulos.
Es uno de los grandes genios de la cultura universal, fundamentalmente
por su gran dominio de la técnica pictórica. Si otros
autores destacaron por su contenido iconográfico y su investigación
científica, en Rafael se aprecia un dominio de los recursos técnicos
propios del arte pictórico. Su gran virtud estuvo en aprender
de los grandes, sobre todo se fijó en los grandes maestros:
Miguel Ángel y Leonardo. No copio, sino que aprendió de ellos
espiritualidad, recursos técnicos, sensibilidad, amor por la naturaleza,
tratada siempre con su propia concepción del arte basada en
la sencillez y el equilibrio. Fue un pintor fiel a lo real (realista),
pero su obra apunta una clara finalidad idealizadora y simbólica,
pues este principio platónico es compartido por el autor. Dibujante
de una gran calidad, le da la misma importancia a éste como
al color (Aunque este posee un poco más), en el que se consagra
como un gran especialista. Rafael ha pasado a la historia como uno
de los grandes maestros del color. Sus pigmentos son claros, finamente
esmaltados, con lo que consigue un brillo propio su obra.
Predomina en él la línea curva por lo que la obra se dota
de movilidad y ritmo. Su forma de trabajar es la precursora del academicismo
posterior. El maestro diseña la obra ejecuta el trazado inicial
y los aspectos problemáticos, dejando a sus discípulos
el grueso de la obra, para dar después el retoque final.
En su efímera vida se distinguen varias etapas:
1º) Es su etapa inicial, pinta
en su Urbino natal y en la ciudad de Perugia, donde tiene el taller
Perugino. Sus figuras son redondeadas, blandas, delicadas, en ellos se
les trata de introducir un aspecto místico-religioso.
Los desposorios de la Virgen
En ella se aprecia la clara influencia de una obra similar del maestro
Perugino que en la capilla Sixtina está realizada al fresco
titulado "La entrega de llaves a San Pedro". La obra de Rafael se encuentra
en la pinacoteca Breda de Milán. Sitúa en un primer
plano a los personajes centrales en un gran espacio abierto, sobre
un suelo enlosado que ayuda a proyectar mejor la pirámide visual
que desemboca en una puerta que se abre en un fondo arquitectónico
de segundo plano que es un templete circular, prototipo y modelo de
arquitectura del Cinquecento ya que está inspirado en "San Pedro
in mortori de Bramante". En un tercer plano sitúa un fondo
de naturaleza basado exclusivamente en el cielo. Sus personajes presentan
una figura estereotipada. Sus gestos parecen copiados de los de Perugino
y el tema elegido es el de los desposorios y San José con la
virgen en presencia del rabino. Tras la virgen las doncellas que la
acompañan y tras San José los jóvenes casaderos
que portan la vara de soltería. Los recursos técnicos
y en especial los de la perspectiva se convierten en la obsesión
del autor y ya se muestra como un gran dibujante y maestro del color.
2º) Etapa florentina
A pesar del ocaso de Florencia, sigue siendo el punto de referencia
de los artistas del Norte de Italia. Su estancia es breve (1504-1508),
pero intensa. Puede entrar en contacto con la obra de Miguel Ángel
y el propio Leonardo da Vinci. Se forja definitivamente como pintor,
gana en aspecto cromático, su color se hace claro suave, más
transparente, su pintura se hace más importante, incorpora la
composición piramidal aprendida de Leonardo, busca la espiritualidad
en sus personajes, en ésta época su producción
es abundante en la que predomina madonnas y sagradas familias, pero
su obra más famosa es La Virgen del Jilguero.
La virgen del Jilguero
Se encuentra en la ciudad de Florencia. Es la que sintetiza las características
de esta cultura. En ella aparecen una profunda influencia de Leonardo
da Vinci en su estructura piramidal, concebida por Leonardo y seguida
por muchos autores, que ven en ella la mejor forma de jerarquizar y
representar a los personajes del primer plano. Influencia de Leonardo
también en el paisaje, una naturaleza viva, real, en continuo dinamismo
y movimiento, sobre todo en el esfumato, esa atmósfera propia,
envolvente que da profundidad al cuadro y que envuelve el fondo
paisajístico
con las figuras del primer plano. Se nos presenta a la virgen como
una mujer de su época, joven, llena de amor, de ternura hacia
su hijo y San Juan Bautista que desnudos o semidesnudos juegan con
un jilguero, mientras que ella sostiene un libro abierto. La anatomía
es todavía esa redondez blanda, pero que denota un gran conocimiento
de la anatomía humana. Los colores son claros, suaves, transparentes,
con dominio de lo cálido.
El paisaje de fono, estético, armonioso. Toda la composición
se llena de un notable equilibrio y serenidad.
3º)etapa
Pero en el siglo XVI es Roma la
ciudad que se convierte en el centro de la producción artística.
El papa Julio II se convierte en el nuevo mecenas del arte italiano
y a su corte se desplazan los mejores artistas de le época.
Rafael es llamado por el propio Julio II para que le decore una de
las estancias que precede a la capilla Sixtina. Llegó con tan
solo 25 años, pero precedido por una merecida fama como pintor,
mientras que él pinta una estancia, otros pintores (Lotto, Signorelli,
Perugino) hacen lo mismo en otras. Miguel Ángel se afama en pintar
la bóveda de la Capilla Sixtina influyendo en el joven Rafael.
La escuela de
Atenas
Es el más famoso de los frescos de las estancias de Rafael. En él
la simbiosis entre Antigüedad y cristianismo (neoplatonismo) está
plenamente conseguida, recogiendo el sentir del humanismo cristiano
del que el papa Julio II y el propio Rafael son destacados. Recoge
en su fresco el ambiente atemporal en una escuela de Filosofía
griega donde la mente no encontraba ni la quietud, ni la paz, estaba
en continuo movimiento, en búsqueda de la verdad; verdad que
se busca a través del diálogo, del compartir ideas, del
aprendizaje de los discípulos de las teorías de sus
maestros. En un equilibrio estudiado sitúa a los grandes filósofos
y pensadores de la Antigüedad a los que incorpora rostros contemporáneos
de grandes artistas del Renacimiento. En el centro destaca la figura
de Platón representado como un hombre mayor que con su dedo
mirando al cielo nos indica la supremacía de las ideas. Junto a él
Aristóteles que sostiene un libro de ética, mucho más
joven y engreído, con su palma de la mano hacia la Tierra dando
prioridad a la experiencia. A su lado Sócrates con sus dedos
señala su silogismo, siendo escuchado por un grupo de discípulos
entre los que destaca con su armadura Alejandro Magno. Delante de
ellos el viejo Pitágoras desarrolla su teorema, copiado por
un buen número de alumnos. En el lado opuesto Arquímedes desarrolla
también sus teorías, en este grupo se representan el
propio Rafael y su discípulo Sodoma.
Todo ello en una composición armónica equilibrada llena
de ritmo y en una clara exaltación a la razón humana. Sitúa
dicha escena en un fondo arquitectónico fácilmente reconocible,
el proyecto que Bramante había realizado para la nueva basílica
de San Pedro: Planta de cruz griega, bóvedas de cañón,
crucero en el que soportan una amplia cúpula sobre pechinas,
en un rico armazón constructivo de mármol en el que destacan
esculturas de dioses paganos de clara influencia clásica.
La transfiguración
Al final de su vida inicia un cuadro, inacabado, siendo terminado
por uno de sus discípulos. Es un cuadro de grandes dimensiones
en el que se aprecia la influencia espiritualista de Miguel Ángel sobre
Rafael. Sus años de trabajo próximo han dado lugar a
que el manierismo iniciado por Miguel Ángel encuentre eco en este cuadro,
siendo su única obra tachada de manierista.
Titulada la transfiguración se aprecian en el mismo cuadro
dos escenas diferentes. En la parte superior la transfiguración de
Jesús en el monte Tagor y en la inferior un niño endemoniado.
En la escena superior sobre un paisaje con influencia de Leonardo
aparece Jesús destacado porque tras él ha situado un
foco de luz interior, mientras que sus apóstoles sorprendidos,
en posturas forzadas, asisten al milagro desde la cima del monte Tagor.
Sin continuidad histórica, ni cronología en la parte
inferior se sitúa la escena del niño endemoniado, liberado de
los demonios en presencia de una muchedumbre. Capta Rafael más
que el milagro en sí, las pasiones y sentimientos de la gente.
Los ojos son el reflejo del alma interior y asisten a ese milagro con
actitudes diversas. El color, las pinturas, el dibujo, la luz, son
elementos técnicos propios de Rafael presentes en el cuadro.

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