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Nació a mitad del siglo XV. Su padre le colmó tanto de atención personal como económica y se preocupó de su educación, pagándole su formación en los mejores talleres florentinos. A los 15 años ya destacaba como uno de los alumnos más aventajados de Andrea Berroto. Estas posibilidades desarrollaron a uno de los más grandes intelectuales del universo, se interesó y profundizó en la anatomía, música, álgebra, física. En él no sólo se forma el hombre teórico sino que estos enormes conocimientos trató de llevarlos a la práctica. Ha dejado vestigios como buen dibujante (ejemplo de ello es su dibujo del hombre universal). Nos ha dejado diseños de gran cantidad de inventos que puso en práctica. Como arquitecto destacó sobre todo en la ingeniería militar, siendo muchas de las fortificaciones del reino de Milán suyas. Pero sin duda es su faceta como pintor en la que vamos a profundizar, ya que Leonardo fue el pintor que rompió con la pintura del Quatrocento y fue el creador de la del Cinquecento. De su pintura caben destacar dos etapas:
La virgen de las rocas En esta fase pinta los cuadros más famosos. En 1483 se le encarga por la cofradía de la Inmaculada Concepción un tríptico para situar en la Iglesia de San Francisco, sólo se conserva la tabla central. Tal fue el éxito de la tabla que el dictador de Milán decidió apropiarse de ella y encargar a De Predis otra similar. La original de Leonardo se encuentra en el Louvre. En ella se aprecian las características de Leonardo:
La atmósfera que ha querido transmitir Leonardo es la de un tiempo litúrgico, la pasión. Nos transmite la idea de que el niño Jesús vino a la tierra para salvarnos por medio del bautismo de nuestro pecado original. Este cuadro y otros con la técnica del esfumato de Leonardo serán incorporados por otros movimientos artísticos posteriores, en especial por el romanticismo. La última cena En Milán pinta también sobre pared un encargo de los frailes dominicos del convento de Santa María de Gracia. A principios del s.XVI se le encarga que decore la pared del receptorio de dicho convento: Decide Leonardo investigar nuevas técnicas pictóricas, pues la técnica del fresco impedía retocar y ser minucioso en los cuadros por la rapidez del secado. Leonardo quiso crear un nuevo estilo mezclando huevo y aceites y aplicarlo sobre el yeso. Inicialmente los resultados eran buenos, pero la pared terminaba por expulsar la humedad, arruinando la obra pictórica del maestro. Dejando su obra en una ruina pictórica que sólo ha podido ser restaurada recientemente.
En él se hace un perfecto tratamiento de la perspectiva
visual. Leonardo sitúa el punto de fuga justo tras la cabeza
de Jesucristo por lo que todas las miradas convergerán sobre
él, acentuando la pirámide visual con un conjunto arquitectónico
que nos permite situarnos como espectadores en el lugar donde se está
realizando la última cena. La impresión al entrar al
receptorio es total, realiza las figuras a tamaño natural por
lo que el espectador se ve involucrado en la obra. Otra de sus aportaciones
en este cuadro es el tratamiento de la luz, situando un foco interior
al abrir una puerta y dos ventanas en la pared del fondo, no sólo
es una solución lumínica, sino que acrecienta la pirámide
visual al llevarla al infinito (fondo natural) y sobre todo acrecienta
la figura de Jesucristo que sitúa hábilmente en el centro
de la puerta, por lo que el foco de luz posterior resalta aún
más su figura. Para ahondar en esta sensación concibe
la obra de forma simétrica, siendo Jesús el eje que
divide tanto la estructura arquitectónica como a los personajes situando
sus discípulos a cada lado en dos grupos de tres. La Gioconda Al servicio del rey Francisco I de Francia consagró sus últimos
años de vida y es en esta época donde realiza su obra
más conocida, "La Gioconda" o "Mona Lisa" pintada en 1506 y que
actualmente se encuentra en el Louvre. De los retratos que se le atribuyen
a Leonardo como "La dama del armiño" es uno de los pocos de
los pocos que no se duda que sea suyo. Es un encargo de un noble francés
que realiza de su mujer, de ahí el nombre de la Gioconda por
ser mujer de Giocondo. Crea un prototipo de retrato inmortal seguido
por sus admiradoras y críticos y que ha pasado a la historia
del arte como una de las grandes obras pictóricas. En ella la
técnica del esfumato está plenamente tratada, el fondo
es un paisaje natural, lleno de grutas, rocas deshilachadas, ríos,
etc., que crean una naturaleza viva, en movimiento, una atmósfera
envolvente que introduce en ella el personaje situada en un primer
plano.
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