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Dentro el arte hispano-musulmán, y en el periodo de las dinastías
africanas y más concretamente en el de la presencia almohade,
se realizan importantes construcciones, entre ellas la que más
destacó fue la mezquita de la nueva capital de al-Andalus, Sevilla.
De ella, sólo nos ha llegado su patio de las ablaciones y su
minarete, que se respetó cuando se destruyó la mezquita
para construir en su lugar la catedral de Sevilla, ya que el minarete
fue aprovechado para reconvertirlo en campanario, que es un añadido
posterior.
Los almohades consiguieron sólidas construcciones base de
ladrillos y mampostería, la Giralda con ladrillos. Su arte
reacciona contra el barroquismo ornamental en el que habían
caído las taifas y los almorávides. Mantuvieron como principal
elemento decorativo la sebka o red de rombos. El minarete es una
construcción de elevada altura, más de 60 metros, siendo
el campanario más alto de España. De base regular (cuadrada),
dividida en cuatro tramos más una cornisa superior. En su interior
está recorrido por una pendiente en espiral con escalones,
que facilitaban el acceso del muacín a la parte superior para
que el pueblo acudiese a la oración a la llamada de sus cánticos.
El exterior presenta un muro bastante desprovisto de adornos en sus
dos primeros tramos, mientras que recargados en la sebka o red de rombos
en sus tramos superiores. Se aprecia a lo largo de todo el muro, vanos
de diversos tamaños que servían para dar claridad a la espiral
interior. Todos y cada uno de los vanos están enmarcados por
arcos diversos, predominando los arcos polilobulados y los arcos de
herradura apuntados que a su vez son escuadrados en el alfiz. Remataba
el minarete una cornisa en la que se simulaban arcos ciegos de herradura
apuntados.
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