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SANDRO BOTTICELLI

 

 

 

Dentro del Quatrocento florentino, la parte final de este periodo corresponde a la pintura de Sandro Botticelli. Autor que pinta a finales del s.XV, destacó como pintor de cuadros de caballete sobre pintura al fresco. Su pintura no se entiende sino es en el momento histórico de la crisis económica política de Florencia. Pintor íntimamente unido al fraile Savonarella, que fue quemado por hereje por criticar los excesos del clero y predicar un amor a la vuelta a la naturaleza. Pintor que une como nadie la mitología clásica con la historia del cristianismo, sus cuadros que aparentemente exaltan la mitología clásica son realmente profundos estudios de la espiritualidad cristiana, siempre bajo el ideal neoplatónico. Es un pintor donde prima en él el concepto de belleza ideal que siempre buscó. La belleza para él no es la representación perfecta sino el reflejo de una idea. Su obra esta llena de una exquisita sensibilidad, de un profundo sentimiento, de una gran emoción.
Las conquistas pictóricas, tan importantes para los autores del principio del Quatrocento, carecen para él de tal importancia. Prefiere dejarse llevar por la emoción y la inspiración. Sus líneas de dibujo son delicadas y preciosistas en el que predomina la línea curva arabesca, como si fueran ondas que se desvanecen. Huye de la línea de arista cortante.
Trabaja con la misma intensidad lo divino que lo humano y se ha visto en él un pintor de una sutil sensualidad, sobre todo en el tratamiento de la mujer. Sus obras más conocidas son las que hundían sus raíces en la mitología clásica y que servirán de inspiración a autores del Quatrocento y épocas posteriores.
Los dos cuadro más conocidos de Botticelli son "La Primavera" y "El nacimiento de Venus", que fueron encargados por su mecenas, para que adornasen el salón principal de su villa campestre. Tenían como finalidad situarse uno frente al otro en Villacastello.

La Primavera

 Fue pintado en 1478 y es una alegoría sobre la Primavera, donde destacan las líneas puras, llenas de valores dinámicos que parece que nos describen la vida más allá de lo que nuestros ojos pueden percibir. Presenta unos personajes en un ritmo de una danza sensual y sencilla, a la que se ha dado miles de interpretaciones, para unos ha sido el mito de Venus en versión neoplatónica, para otros la admiración que su mecenas sentía por su amada. La versión más acertada es la que representa una espiritualidad refinada, casi melancólica de la vida humana.
Sobre una escena de un paisaje natural idílico, sitúa a la diosa Venus en el centro vestida en una zona donde siempre es Primavera. A un lado las tres gracias realizan una danza sensual, su anatomía sugerente se deja entrever por finos velos. A su lado se encuentra un joven apuesto, Mercurio, que se dedica a espantar a las nubes que atormentan a la Primavera. Sobre la diosa Venus el pequeño Cupido lanza sus dardos del amor. En el otro lado, el Dios del viento, Ceciro, abraza a la ninfa Cloris, que huye despavorida (también semidesnuda envuelta en una gasa). De su boca salen flores y acaba transformándose en la diosa Flora.

El nacimiento de Venus

 Inspirada posiblemente en el "himno de Homero" o en cualquier otro libro clásico que tratase el tema. Bajo la apariencia de una pintura totalmente pagana (la diosa Venus) se esconde unos ideales neoplatónicos de profunda espiritualidad, es la concordancia entre el nacimiento de la belleza y el nacimiento de la espiritualidad por medio del bautismo. La belleza nace de la unión del espíritu con la materia. En la parte central sobre un fondo natural (paisaje marino), sitúa a la diosa Venus que nace del mar en una concha. Esta completamente desnuda, pero no una desnudez sexual, sino refinada, sensual, sugerente, como si una fina onda envolviese su cuerpo (predominio de la línea curva). A un lado una pareja de céfiros alados soplan creando el viento que arrastra la concha que soporta a la diosa hacia la orilla. Orilla donde una ninfa la espera con su manto desplegado para vestirla. El movimiento parece producido por el viento (Cabello de la Venus, manto desplegado de la ninfa, ropaje de la ninfa, olas), y constituye una de las claves del cuadro, en el que los 3 elementos de la naturaleza (Tierra, aire y agua) están representados.


En ambos cuadros se aprecia las características del tratamiento del cuerpo humano, figuras esbeltas, cuellos largos, hombros caídos, una belleza ideal que no es fruto del reflejo real, un color suave que da una textura delicada a la piel. En la actualidad se encuentran en la Galería de los Ufficci.

 

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